Las miradas de los otros que estaban allí volvieron hacia el rayo, hacia el trueno, que había explotado en Bogotá y que venía desdeNariño, otros se dejaron atraer y llegaron a rodear a las y los jóvenes, las mujeres, los miembros del comité de derechos humanos que cantaban para abrir la puerta de Expopaz a sus ideas, pasos, experiencias, sueños, alegrías. Cantaban: paz para Nariño como la estrofa contundente del fraseo que al ritmo de los cununos, bombo y cantos de la costa pacífica Nariñense, con la batuta de los jóvenes de Barbacoas, dejaron en claro que venían para tomarse el encuentro, para visibilizar el territorio, para poner sus voces claras y certeras en este espacio de construcción de paz.
Así, con la fuerza contundente del territorio, el primer día pasó por discursos, palabras sabías, otras típicas, otras cargadas de ilusión. Se mojó ese primer día con la lluvia torrencial de una Bogotá que nos fue ausente. Se dejó ir la noche en expectativas provocadas por la incertidumbre de 3000 personas que tenían algo por decir alrededor de la paz, del conflicto, de la guerra, de las formas, de los aprendizajes en casi todos los territorios de Colombia. Así la primera noche pasó también por el sueño y descanso necesario para poder asumir el siguiente día con la misma energía. Al final el bus que nos transportaba también se llenó del trueno de las voces inmensas que no pararon de cantar.
El segundo día se resume en lo mas importante: jóvenes de Pupiales, Barbacoas, Tumaco e Ipiales participaron de la mesa Binacional en la cual, con la presencia del Gobernador de Nariño y el vice prefecto de la provincia del Carchi, organizaciones de mujeres de Nariño y Ecuador, Organizaciones de Jóvenes del Ecuador, se alcanzó a construir acuerdos alrededor de la consolidación y trabajo de agendas binacionales de Juventud y Género, que permita en primer lugar el intercambio de experiencias, la consolidación de un trabajo binacional con compromisos de las institucionalidades de los dos países.
Así el segundo día también se fue, nos dejó con la sensación de estar viviendo plenamente, orgullosos de lo que podemos construir con nuestras propias ganas de sonreír y vivir en paz. Ese otro mundo tenía razón y es posible.
Ese tercer día nos traía además un espejo, la socialización de la experiencia en la mesa de juventud, varias experiencias conjuntas. Allí pese a la valoración del proceso, también los mismos jóvenes se dieron cuenta de los retos que implica un proceso sólido de participación e incidencia política: la sostenibilidad, la interlocución institucional, el trabajo conjunto y de alianzas con instituciones privadas y públicas, la consolidación de espacios permanentes de juventud, entre otras.